La indignación estalló en San Carlos, Córdoba. En medio de las profundas necesidades de las comunidades rurales, el alcalde Fray Monterrosa adjudicó un contrato cercano a los $2.000 millones al Consorcio EM PAV San Carlos, integrado en un 50 % por Grupo EGV Construcciones Zomac S. A. S., empresa representada por Eduardo Ghisays, un nombre que en Colombia ya es sinónimo de polémica, cuestionamientos, corrupción y escándalos.
Los documentos oficiales del proceso LP-007-2025 confirman que el consorcio ganador está compuesto por Miraflorez Civiles S. A. S. (50 %) y Grupo EGV Construcciones Zomac S. A. S. (50 %). A pesar de ello, y pese al fuerte ruido nacional por los escándalos que rodean al empresario, la administración municipal lo recibió con los brazos abiertos, como si su prontuario fuera un simple detalle administrativo y no una señal de alerta para cualquier mandatario con un mínimo de decencia pública.
Diversas fuentes y contratistas que conocen a Eduardo Ghisays señalan que, presuntamente, hubo maniobras internas para favorecer al consorcio ligado a Ghisays, una perrada que siempre utiliza para quedarse con los contratos, que, de confirmarse, comprometería directamente la transparencia del proceso. El comité evaluador, bajo la administración de Fray Monterrosa, declaró “HÁBIL” al proponente sin cuestionar absolutamente nada. En San Carlos ya se habla de movimientos sospechosos, aceleración irregular de trámites y un proceso que varios describen como “arreglado” desde el inicio.
Eduardo Ghisays Vitola no es precisamente un desconocido. Su nombre ha aparecido repetidamente en medios nacionales por presuntos hechos de corrupción, investigaciones, denuncias y episodios que han terminado en capturas y señalamientos de alto calibre. Su historial es público, notorio y ampliamente divulgado. ¿Cómo es posible que el alcalde Fray Monterrosa se haya hecho el de la vista gorda? Un descaro tan grande que no tiene explicación.
Lo que está pasando en San Carlos es asqueroso, repugnante y ofensivo para una población que ya no aguanta un robo más. Aquí huele mal, huele a podrido, a corrupción, y ese hedor es tan fuerte que guiará a los entes de control hacia el vil acto de corrupción que se habría cometido en San Carlos, Córdoba.
