En medio de una campaña marcada por la polarización y el auge de narrativas virales, el abogado penalista Abelardo de la Espriella, precandidato presidencial por el movimiento Defensores de la Patria, aseguró que los ataques provenientes de sectores petristas, incluido el propio presidente Gustavo Petro, responden a su liderazgo en las encuestas digitales. Aunque las mediciones oficiales están prohibidas hasta noviembre, gráficas y sondeos informales en redes sociales lo ubican en los primeros lugares, lo que ha desatado una ola de controversia sobre la legitimidad y el impacto de estos datos.
De la Espriella ha capitalizado su estilo provocador y su discurso de “mano dura” para posicionarse como el rostro más visible de la oposición radical. Su estrategia digital, que incluye denuncias mediáticas, frases incendiarias y una estética nacionalista, ha logrado captar la atención de un electorado desencantado con el gobierno actual. Incluso plataformas de apuestas como Polymarket lo ubican entre los favoritos, junto a la periodista Vicky Dávila, pese a que esta modalidad ha sido cuestionada por Coljuegos y expertos en democracia por su falta de regulación y transparencia.
El escenario político colombiano se ha transformado en una carrera de impacto algorítmico, donde los golpes de opinión parecen pesar más que los debates programáticos. Mientras De la Espriella se consolida como outsider con respaldo del Movimiento Salvación Nacional, otros nombres como Sergio Fajardo, Gustavo Bolívar, Claudia López e Iván Cepeda también figuran en las mediciones digitales, aunque con menor tracción viral. En la derecha, María Fernanda Cabal, Paloma Valencia y Paola Holguín enfrentan el reto de superar el machismo político y la fragmentación interna del uribismo, especialmente tras el asesinato del senador Miguel Uribe Turbay.
Con una ciudadanía cada vez más influenciada por redes sociales y plataformas alternativas, la contienda presidencial de 2026 se perfila como una batalla de narrativas más que de propuestas. La frase “voy de primero en las encuestas” se convierte así en un símbolo de la nueva política digital, donde la percepción puede ser tan poderosa como la realidad. ¿Será suficiente para llegar a la Casa de Nariño? El algoritmo aún no lo decide.