En medio de la creciente polarización política de cara a las elecciones de 2026, volvió a tomar fuerza la tesis de que el expresidente Iván Duque habría sido el “máximo responsable” de que Gustavo Petro llegara a la Casa de Nariño en 2022.
La afirmación, difundida en redes sociales y replicada por distintos sectores, sostiene que la falta de unidad en la derecha durante la contienda de 2018 debilitó las opciones de figuras como Marta Lucía Ramírez, quien, según algunos analistas, pudo haber representado un contrapeso más sólido frente al proyecto progresista.
Aunque no existe consenso absoluto, la narrativa apunta a que los errores estratégicos de Duque y su partido terminaron allanando el camino para que Petro capitalizara el descontento social y se consolidara como alternativa de poder. En este sentido, se plantea que la división de las fuerzas tradicionales, sumada a la incapacidad de priorizar los intereses del país sobre aspiraciones personales, egos y vanidades, abrió la puerta al triunfo del actual mandatario.
De cara al 2026, voces críticas insisten en que Colombia necesita “grandes” capaces de dejar de lado sus ambiciones individuales y respaldar a quien tenga las mejores opciones de derrotar al progresismo. La advertencia es clara: repetir los errores del pasado podría significar la continuidad de un modelo político que sus detractores califican como “comunismo marxista” y que, según ellos, amenaza con profundizar la crisis institucional.
