La víspera de Navidad se vive con intensidad en cada rincón de la ciudad. La imagen de un niño con su sombrero navideño, bailando y sonriendo en el último día de novenas, refleja la emoción que invade a miles de hogares a pocas horas de recibir los esperados regalos. Su carisma y entusiasmo son el retrato fiel de la ilusión que caracteriza esta fecha.
Las calles, adornadas con luces y colores, se convierten en escenarios de fiesta y esperanza. Los niños esperan con ansias estrenar su ropa nueva, abrir los obsequios que el Niño Dios les traerá y compartir momentos de alegría junto a sus familias. La tradición de las novenas culmina con cantos, risas y abrazos que refuerzan el sentido de unión en estas celebraciones.
Más allá de los regalos materiales, la Navidad se convierte en un espacio de encuentro y afecto. La sonrisa de los más pequeños recuerda que la verdadera magia está en la ilusión, en la compañía y en la capacidad de disfrutar juntos de lo simple.
Hoy, 24 de diciembre, la ciudad respira un aire distinto: un ambiente de fiesta, esperanza y alegría que se multiplica en cada hogar. El espíritu navideño se hace presente en los gestos, en los bailes y en la emoción de los niños que, con su inocencia, nos enseñan que la felicidad está en compartir.
