Lo que debía ser un día de fiesta y alegría para María Fernanda Londoño terminó marcado por el dolor más profundo. El 16 de diciembre, fecha en la que la joven estudiante del Liceo Antioqueño cumpliría años, su familia y amigos no prepararon una celebración, sino un sepelio. En lugar de velas y canciones, hubo oraciones, lágrimas y flores que acompañaron su despedida.
María Fernanda regresaba de un viaje escolar junto a sus compañeros de grado, una excursión que debía cerrar con broche de oro su etapa en el colegio. La ilusión de volver a casa para celebrar con sus amigos y familiares se transformó en tragedia tras el accidente vial en la vía Segovia–Remedios, que cobró la vida de 17 personas, entre ellas 16 estudiantes.
El día de su cumpleaños, su nombre resonó en la iglesia y en las calles de Bello, no como parte de una fiesta, sino como símbolo de un duelo colectivo. Sus seres queridos compartieron imágenes del féretro y mensajes de despedida que rápidamente se difundieron en redes sociales, convirtiendo su historia en un reflejo del dolor que atraviesa toda una comunidad.
La tragedia dejó un vacío imposible de llenar, pero también un recuerdo imborrable: el de una joven que debía celebrar la vida y fue despedida en su cumpleaños, un contraste que hoy conmueve y sacude a quienes aún no logran asimilar la magnitud de la pérdida
