En una declaración publicada en su cuenta de X el 16 de diciembre de 2025, el presidente colombiano Gustavo Petro afirmó que “Maduro es dictador por concentrar poderes, pero no hay ninguna evidencia en Colombia de que sea narco. Esa es una narrativa de los Estados Unidos”. Se trata de la primera vez que Petro utiliza públicamente el término “dictador” para referirse al líder chavista, aunque matizó su postura al rechazar las acusaciones de narcotráfico que Washington sostiene contra el mandatario venezolano.
El pronunciamiento fue una respuesta directa a la periodista Ángela Patricia Janiot, quien cuestionó por qué Petro había calificado de “nazi y fascista” al presidente electo de Chile, José Antonio Kast, pero evitaba llamar “narcodictador” a Maduro. La administración estadounidense, bajo Donald Trump, ha señalado reiteradamente a Maduro como jefe del Cartel de los Soles, considerado por Washington un grupo terrorista, acusación que Caracas niega tajantemente.
Este giro discursivo de Petro ocurre en medio de tensiones regionales. El mandatario colombiano, considerado un aliado de Maduro, había propuesto semanas atrás un “gobierno de transición compartido” en Venezuela para enfrentar la crisis política y evitar una intervención extranjera. Sin embargo, su reciente declaración abre un nuevo capítulo en la relación bilateral y en la percepción internacional sobre su postura frente al chavismo.
La controversia se amplifica con sus comentarios sobre Kast, a quien Petro calificó como “nazi” y “hijo de nazi”, lo que provocó una nota de protesta del gobierno chileno de Gabriel Boric. Pese a ello, Petro insistió en sus críticas, reforzando la imagen de un presidente que no duda en usar calificativos fuertes contra líderes de derecha, mientras intenta matizar su relación con Maduro. El contraste entre sus palabras hacia Chile y Venezuela ha encendido el debate sobre coherencia política y diplomática en la región.
