La reciente victoria del Junior de Barranquilla, con la que alcanzó su estrella número 11, generó un inesperado giro en la narrativa política y deportiva del país. El presidente Gustavo Petro, quien semanas atrás había criticado que en algunos estadios se regalaran boletas a quienes corearan “fuera Petro”, apareció en redes sociales felicitando al equipo por su triunfo y celebrando el resultado frente al Tolima.
La imagen del mandatario celebrando contrasta con sus denuncias previas sobre prácticas que, según él, buscaban instrumentalizar el fútbol para fines políticos.
¿Cómo se explica que un presidente que denunció públicamente la entrega de entradas a cambio de consignas en su contra, ahora se muestre tan cercano y entusiasta con el mismo club que fue señalado en medio de la polémica? Para algunos analistas, el gesto puede interpretarse como un intento de reconciliación con la hinchada y con la narrativa popular que rodea al Junior, mientras que otros lo ven como una contradicción política que alimenta el debate sobre la relación entre deporte y poder.
Lo cierto es que la felicitación presidencial al Junior por alcanzar su estrella número once fue emotiva y cargada de simbolismo. El mensaje, difundido en redes sociales, fue recibido por los hinchas como un gesto inesperado de cercanía, pese a las denuncias previas sobre boletas regaladas a quienes coreaban “fuera Petro” en los estadios.
