El presidente Gustavo Petro denunció públicamente que la pérdida de cerca de 500.000 seguidores en la red social Meta no se debió ni a sanciones internacionales ni a decisiones empresariales de Elon Musk, sino a un ataque masivo orquestado por el uribismo colombiano. Según sus declaraciones, se trató de una ofensiva digital que activó mecanismos de shadowban, reduciendo el alcance de sus publicaciones y provocando una caída abrupta en su comunidad virtual.
Petro aseguró que detrás de esta operación se encuentran grupos empresariales de bots que, de manera coordinada, buscan censurar su voz en las plataformas digitales, tal como afirmó ya lo habían intentado en los medios tradicionales de televisión. “No aguantan mis palabras”, expresó el mandatario, insistiendo en que el ataque no solo lo afecta a él, sino que podría estar replicándose contra otros activistas progresistas en Colombia.
La denuncia abre un nuevo frente de debate sobre la libertad de expresión en redes sociales y el papel de los algoritmos en la política nacional. Mientras sus opositores descartan la acusación como una estrategia discursiva, sus seguidores interpretan la pérdida de seguidores como una muestra del poder de las maquinarias digitales para moldear la opinión pública. El episodio, cargado de tensión y polémica, refuerza la narrativa de Petro sobre la existencia de una guerra mediática y tecnológica contra su proyecto político.
