La revelación de la llamada secreta entre Nicolás Maduro y Donald Trump destapó las verdaderas cartas del dictador venezolano. Según fuentes citadas por el Miami Herald, Maduro puso sobre la mesa tres condiciones que, de aceptarse, habrían cambiado radicalmente el rumbo político de Venezuela. La primera fue una amnistía global para él y su círculo cercano, un blindaje jurídico que le permitiría escapar de cualquier juicio internacional por corrupción o violaciones de derechos humanos.
El segundo punto fue aún más polémico: mantener el control de las Fuerzas Armadas, incluso si se convocaban elecciones libres. Con esta jugada, Maduro buscaba garantizar que, aunque dejara el Palacio de Miraflores, seguiría siendo el verdadero poder detrás del trono, tal como ocurrió en Nicaragua en los años noventa. Finalmente, el tercer choque fue sobre los tiempos: Washington exigía una renuncia inmediata, mientras Caracas insistía en negociar un calendario que le permitiera salir sin perder influencia.
Aceptar estas condiciones habría significado legitimar décadas de abusos y consolidar un modelo en el que Maduro conservaría poder militar y protección judicial, incluso fuera del cargo. En otras palabras, Venezuela tendría elecciones, pero bajo la sombra de un líder que seguiría moviendo los hilos desde la retaguardia. La Casa Blanca rechazó tajantemente el paquete, dejando claro que no habría negociación que garantizara impunidad ni control militar a quien se niega a soltar el poder.
La respuesta de Maduro fue desafiante: ante los venezolanos se mostró firme, proclamando que “jamás” lo sacarían del camino socialista. Sin embargo, la filtración de esta llamada expone que, tras bambalinas, el mandatario sí tanteó una salida, pero bajo condiciones que más parecían un chantaje político que una transición democrática.
