Un niño se ha convertido en símbolo de resiliencia luego de que su historia se hiciera viral en redes sociales. Cada tarde, tras salir del colegio, cambia los cuadernos por un delantal y se instala en un puesto callejero para vender comida. Mientras otros pequeños descansan o juegan, él asume responsabilidades que lo obligan a madurar demasiado pronto, con el único propósito de sobrevivir y seguir estudiando.
La rutina no termina cuando los clientes se van: bajo una luz tenue, el niño continúa con sus tareas escolares, decidido a no abandonar sus estudios pese al cansancio. Su disciplina y silencio transmiten un mensaje poderoso, mostrando una fortaleza que muchos adultos difícilmente podrían sostener. La escena, compartida en distintas plataformas, ha generado admiración y reflexión entre miles de usuarios.
El caso ha tocado fibras porque refleja la realidad de muchos menores que cargan con responsabilidades enormes desde temprana edad. Más allá de la viralidad, su ejemplo invita a valorar lo que se tiene y a reconocer que la verdadera resiliencia no necesita aplausos: se demuestra cada día con acciones sencillas, pero llenas de coraje.
