En un mundo donde cada vez más personas desisten de formar una familia, de construir un hogar o de apostar por la vida en comunidad, el Papa León XIV lanzó un mensaje contundente desde la Plaza de San Pedro: “La vida no es una amenaza, es un don”. Ante miles de fieles, el Pontífice advirtió sobre la “enfermedad difundida” de la época: la pérdida de confianza en la existencia y la resignación frente al desencanto.
Durante su catequesis, el Papa subrayó que la vida humana, pese a sus dificultades, sigue siendo un regalo que exige cuidado constante y esperanza. “Sin esperanza, la vida corre el riesgo de aparecer como un paréntesis entre dos noches eternas”, afirmó, recordando que la Pascua ofrece la luz necesaria para enfrentar el cansancio, la incertidumbre y la desilusión.
León XIV insistió en que generar vida no se limita a la maternidad o la paternidad, sino que implica promover el bien común, proteger la creación y acompañar a quienes sufren. Citando el Evangelio, recordó que Cristo “ha generado vida sin reservarse nada”, y llamó a los creyentes a dar testimonio de que Dios es “el amante de la vida”, incluso en medio de guerras, discriminaciones y crisis sociales.
El Pontífice concluyó su reflexión con un mensaje de consuelo: la Resurrección de Cristo es la fuerza que sostiene a la humanidad en el desafío de vivir. “El Señor Resucitado pasa nuevamente por nuestra vida y camina con nosotros”, aseguró, invitando a recuperar la confianza en la vida como bendición y a no rendirse ante el fatalismo que domina la época.
