El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sorprendió el pasado martes 25 de noviembre al asegurar que está dispuesto a reunirse con Nicolás Maduro, aunque dejó claro que no descarta una intervención militar en Venezuela. Desde el avión presidencial Air Force One, el mandatario afirmó: “Si podemos hacerlo por las buenas, bien; si es por las malas, también”, en respuesta a una periodista que le preguntó por las razones de un eventual encuentro con el líder venezolano.
Trump recalcó que su gobierno mantiene la presión sobre Caracas, acusando al régimen de enviar miembros del Tren de Aragua a territorio estadounidense y de liderar el Cartel de los Soles, declarado por Washington como organización terrorista internacional. La presencia militar en el Caribe, con operaciones que ya han bombardeado embarcaciones vinculadas al narcotráfico, hace parte de esa estrategia de presión que busca frenar el tráfico de drogas y, al mismo tiempo, forzar al gobierno venezolano a ceder.
Mientras tanto, Maduro ha negado cualquier vínculo con el cartel y aseguró que nadie podrá ingresar a su país sin autorización. Sin embargo, informes internacionales advierten que dentro de su régimen crece la tensión por la crisis económica y el temor a traiciones internas. El líder venezolano también se mostró dispuesto a un encuentro con Trump, pero insistió en que debe ser “cara a cara”.
