Jenni Marcela Ortiz Díaz, cajera principal de una entidad bancaria, fue condenada a siete años de prisión tras admitir haber robado $435.896.654 el 12 de diciembre de 2024. La mujer manipuló las cámaras de seguridad, engañó a su compañero de turno y pidió la apertura de la bóveda para ejecutar el millonario hurto.
Según la Fiscalía Seccional Medellín, Ortiz Díaz fingió la llegada de un domicilio para sacar a su colega de la sede, solicitó la apertura de la bóveda desde la central y sustrajo el dinero en una tula. Desde ese día no volvió a su puesto de trabajo. La Policía Nacional la capturó en enero de 2025, tras semanas de búsqueda.
Durante la audiencia de acusación, la exempleada aceptó los cargos por hurto calificado y agravado. Su defensa intentó obtener prisión domiciliaria alegando una enfermedad grave, pero Medicina Legal no certificó dicha condición. Por ello, deberá cumplir la condena en un centro carcelario determinado por el Inpec.
El caso ha generado indignación entre usuarios del sistema financiero, que cuestionan los protocolos de seguridad y la facilidad con la que una empleada logró vulnerar el sistema interno. La historia de Ortiz Díaz se suma a la lista de escándalos que exponen las grietas en la vigilancia bancaria colombiana.