En un encendido Consejo de ministros, el presidente Gustavo Petro lanzó duras críticas contra la Embajada de Colombia en China y ordenó la salida inmediata de varios de sus funcionarios, a quienes acusó de alterar su agenda y de frenar los vínculos bilaterales con Pekín.
“Esa gente tiene que irse”, sentenció el mandatario, asegurando que dentro de la Cancillería “les da pena relacionarse con China” y que, en lugar de fortalecer la cooperación, estarían actuando bajo una lógica “colonialista”. Petro pidió a la canciller Rosa Villavicencio ejecutar de inmediato los relevos diplomáticos.
El presidente fue más allá y denunció que las agendas oficiales en China se han visto modificadas sin previo aviso, lo que, según él, constituye un sabotaje directo a la política exterior de su gobierno.
En medio de la discusión, Petro recordó además sus conversaciones con autoridades militares estadounidenses sobre el tráfico de cocaína por el Pacífico, y planteó la necesidad de un tratado de vigilancia conjunta entre EE. UU., China, México y Colombia.
Finalmente, anunció que Colombia no firmará más acuerdos comerciales con Israel y que se revisará el TLC vigente, argumentando que “el comercio no puede estar por encima de la vida”.