El Tigre Abelardo De La Espriella será presidente porque tiene conexión con la gente

La política en Colombia, nos guste o no, funciona como el reinado popular del 11 de noviembre: no gana la candidata con el mejor discurso, ni la que tenga más títulos, sino la que más conecte con la gente, la que logre arrancar un aplauso sincero, la que despierte empatía. Así de simple.

Y hoy, en este escenario, el Tigre Abelardo de la Espriella va adelante porque sabe leer al pueblo. Su estilo puede incomodar a las élites, pero conecta con el colombiano de a pie, con el que está cansado de discursos vacíos y filosofadas baratas. Abelardo no le habla a las nubes, le habla a la gente. Y la gente, al final, es la que corona reina… o presidente.

Lo irónico es que su principal jefe de campaña no está en sus filas, sino en Palacio. Cada error de Petro, cada insulto, cada medida absurda es un comercial gratuito a favor del Tigre. Petro, en su afán de destruirlo, lo engrandece; en su odio, lo alimenta; en su persecución, lo convierte en símbolo. No hay mejor publicidad que un enemigo desesperado.

La filosofía popular es clara: “el pueblo no se equivoca cuando elige con el corazón”. Y hoy el corazón colombiano late con rabia, con cansancio, con esperanza. Y allí aparece Abelardo, con la garra del Tigre, ofreciendo lo que hace tiempo nadie ofrecía: conexión real.

Al final, la política es empatía o no es nada. Petro podrá tener el poder, el Palacio, las cortes y los micrófonos, pero perdió lo esencial: la calle. El Tigre la recuperó, y cuando un líder logra esa conexión, ya no hay bala, ni discurso, ni trino que lo detenga.

El reinado está en marcha, y el jurado es el pueblo. ¿Quién se llevará la corona? Parece que el Tigre ya tiene más que un rugido: tiene el aplauso.