Colombia parece estar en un curioso dilema electoral. Por un lado, el candidato heredero del petrismo, Daniel Quintero, llamado a juicio por la fiscalía general de la nación, junto a varios de sus exfuncionarios de la alcaldía de Medellín, donde al parecer Quintero cometió hechos de corrupción que hoy lo tienen en tela de juicio no solo en la capital de Antioquia, sino ante la opinión del país, encarna la narrativa del “perseguido político” que, entre discursos populistas y denuncias de corrupción, insiste en que su causa es la del pueblo.
Por el otro lado está el polémico abogado Abelardo de la Espriella, polémico, amado y odiado a partes iguales, que ha logrado convertir su estilo confrontacional en una bandera de campaña que gana adeptos cada día.
¿A quién escoger? ¿Al exalcalde que promete redención mientras carga con sombras judiciales, o al abogado que promete orden, pero con un estilo tan polémico que genera pasiones encontradas?
Más allá de los discursos, esta elección plantea una pregunta incómoda: ¿estamos condenados a votar siempre entre extremos, entre la sospecha y la confrontación, entre el procesado y el provocador?
La mesa está servida: Quintero o De la Espriella. Y usted, ¿por quién votaría para la presidencia en 2026?