Fabio Amín Saleme quiere reelegirse nuevamente por el partido Liberal; esta vez viene con otro cuento nuevo, que su corazón está con Lorica y el Bajo Sinú. Pero basta con mirar a la tierra que lo vio nacer para saber que sus palabras no son más que falacia. Cada cuatro años, este tipo de descendencia libanesa, experto en engañar a su pueblo lorica y en complicidad con jefes políticos de distintas partes del departamento de Córdoba, le es fácil llegar con sus tulas de plata y comprar conciencias sin importarle el daño que le ha hecho desde el Congreso de Colombia a las comunidades del departamento. La pregunta que miles de loriqueros y cordobeses repiten desde hace años es tan simple como dolorosa: ¿por qué Fabio Amín, siendo loriquero, no ha logrado sacar adelante las obras en este municipio?
«Bety la fea», como también es conocido en el mundo de la política, tiene varios periodos como senador y aún no tiene una obra importante que mostrar. Lo peor de todo es que el municipio de Lorica en el bajo Sinú sigue esperando las grandes inversiones que este cada vez que hay elecciones promete ejecutar, pero que después que es elegido senador jamás dan razón de él. Hay quienes dicen y conocen muy bien a Amín que este no es más que un comerciante de la política y que, como buen turco, solo llega al congreso a comprar contratos a los demás senadores.
Amín Saleme es de esos congresistas invisibles a los que no se les conoce la voz en defensa de sus electores; lo que sí se les conocen son los múltiples casos de corrupción donde ha estado involucrado. Veinte años como senador por el Partido Liberal lo convierten en uno de los políticos más ricos del Bajo Sinú. Dueño de estaciones de gasolina, canteras ilegales, emisoras y propietario de decenas de locales comerciales y propiedades en la capital de Córdoba, lo convierte en terror de la clase política en Lorica. El poder, la plata y los contactos políticos que posee este senador lo convierten en el dueño y amo de la justicia en el Bajo Sinú; por eso muchos dicen que el senador Amín es como el Toyota nuevo. Nada le pasa.
Mientras Amín y sus socios tienen todo listo para engañar una vez más a la gente, Lorica sigue sufriendo: vías destrozadas que impiden el comercio y una movilidad digna, peajes abusivos que exprimen el bolsillo de quienes trabajan, un panorama de cero oportunidades laborales que obliga a los jóvenes a marcharse e inversión pública mínima que siempre se promete y nunca se cumple. Y aun así, cuando llega la campaña, aparece el senador con sus fotos en las calles que no ayudó a mejorar, con sonrisas para las cámaras y discursos repetidos: “Ahora sí lo vamos a lograr”.
Pero si no lo ha hecho en veinte años, ¿qué garantía hay de que lo hará en cuatro más? Si su propia tierra no ha sido prioridad, ¿por qué habría de serlo ahora que necesita votos? Las supuestas “victorias legislativas” que promociona su equipo son humo político: leyes sin presupuesto, sin impacto territorial, sin una sola obra que demuestre resultados en Córdoba. Lo cierto es que Fabio Amín es un senador nacido en Lorica que nunca supo defender a Lorica, porque proteger al territorio no es publicar comunicados ni pronunciarse en X; es gestionar, insistir, tocar puertas y no descansar hasta ver la obra hecha.
Según el alcalde de Lorica, Carlos «Coto» Manzur, ningún loriquero esta vez debe quedarse sin votar por Fabio Amín, ya que él tiene a Lorica convertido en una tacita de plata y, por agradecer, todos los jóvenes deben acompañar esta causa, pero para otras personas del común, la deuda de Amín es inmensa, ya que lo han elegido por más de 20 años y su única obra con Lorica fue haberse enriquecido hasta el punto que cuando le reclaman algo, él dice que con la plata que tiene, él puede comprar los 100 mil votos que necesita para salir elegido. Un líder de San Sebastián se hace la pregunta: ¿por qué Lorica debería reelegir a quien no ha luchado por ella?
