El presidente Gustavo Petro salió al paso de la decisión del Tribunal Superior de Bogotá que envió a la cárcel a los exministros Ricardo Bonilla y Luis Fernando Velasco, investigados por el escándalo de corrupción en la UNGRD. Desde la Casa de Nariño, Petro defendió a Bonilla, a quien describió como un académico obsesionado con la teoría económica, pero “ingenuo” frente a las presiones externas. En su intervención, evitó referirse a Velasco y recalcó que cualquier funcionario corrupto será apartado de su Gobierno.
La medida de aseguramiento fue impuesta por la magistrada Aura Rosero Baquero, en medio de un proceso que ha sacudido las entrañas del Ejecutivo. El caso estalló este año y salpicó a figuras cercanas al presidente, como Carlos Ramón González, señalado de ser presuntamente el cerebro del entramado y hoy prófugo en Nicaragua y Sandra Ortiz, consejera para las regiones. También aparecen mencionados Olmedo López, exdirector de la entidad, y dos congresistas, quienes habrían supuestamente recibido dinero para apoyar las reformas en el Legislativo.
El trasfondo de este escándalo es el presunto desfalco a la UNGRD, que se convirtió en uno de los golpes más duros a la credibilidad del Gobierno. Petro, consciente del impacto político, intenta marcar distancia y blindar su administración, insistiendo en que la corrupción no será tolerada. La defensa a Bonilla refleja la tensión entre la confianza personal del mandatario y la presión institucional de un proceso judicial que sigue avanzando y que mantiene en vilo a la opinión pública.
