La tranquilidad de Río de Oro, en el Cesar, se quebró de golpe con una nueva masacre que dejó sin vida a tres integrantes de la familia Rocha García: el padre, la madre y una niña de apenas 12 años. El hecho ocurrió cuando hombres armados irrumpieron en la vivienda y ejecutaron el ataque, recordando a la comunidad el doloroso antecedente de la familia Lora Rincón, ocurrido tiempo atrás en la misma región.
El crimen ha generado un ambiente de miedo y desconsuelo entre los habitantes, quienes sienten que la violencia vuelve a tocar sus puertas sin explicación clara. Vecinos y organizaciones sociales han levantado la voz para exigir respuestas, reclamando mayor presencia de las autoridades y medidas que frenen el avance de la inseguridad. La consternación se mezcla con la indignación, pues la población percibe que las familias más vulnerables siguen siendo las más golpeadas por la falta de garantías de protección.
Este nuevo episodio se suma a la larga lista de hechos violentos que han marcado al país en los últimos meses, dejando en evidencia que el problema de orden público continúa sin resolverse. La pregunta que ronda en la comunidad es por qué persiste esta violencia y qué acciones reales se tomarán para evitar que más hogares sufran tragedias similares. Mientras tanto, la herida en el Cesar sigue abierta, y la gente clama por justicia y seguridad para poder vivir sin miedo.
