El norte del Cauca amaneció bajo fuego. Las disidencias de “Iván Mordisco” lanzaron una ofensiva que convirtió a Buenos Aires en un escenario de terror: hostigamientos contra la estación de policía, explosiones en el centro del municipio y familias enteras huyendo para salvar la vida.
El alcalde Pablo César Peña rompió el silencio con un mensaje desesperado. Con voz quebrada pidió al Gobierno nacional que no abandone a su gente: “Por favor, no dejen morir la población”. Sus palabras reflejan el dolor de ver a sus paisanos corriendo desde la madrugada, buscando refugio mientras los accesos terrestres permanecen bloqueados por los grupos armados.
Mientras tanto, el Ejército intenta recuperar el control con brigadas y sobrevuelos en la zona rural. La institución asegura que su misión es proteger a los civiles y neutralizar la amenaza, aunque reconoce que la ofensiva de los disidentes ha sido inmisericorde y con armamento de alto poder.
El ministro Pedro Sánchez también se pronunció, señalando que estos ataques son la prueba de que las disidencias no buscan la paz. “Toda la cadena del narcotráfico alimenta esta violencia”, escribió en X. Así, Buenos Aires se convierte en el símbolo de un país que sigue luchando por salir del círculo de guerra, mientras sus habitantes claman por algo tan básico como sobrevivir.
