Estados Unidos anunció este martes la designación del Clan del Golfo como Organización Terrorista Extranjera (FTO) y Organización Terrorista Global Especialmente Designada (SDGT). La decisión, firmada por el secretario de Estado Marco Rubio y respaldada por el presidente Donald Trump, marca un giro contundente en la política internacional frente al mayor cartel de narcotráfico de Colombia, responsable de cerca del 30 % de la cocaína que ingresa a territorio estadounidense.
El anuncio se sustenta en que el Clan del Golfo no solo opera como una estructura criminal dedicada al tráfico de drogas, sino que también financia actividades violentas, incluyendo ataques contra funcionarios del Estado, miembros de la fuerza pública y población civil. Con esta designación, Washington podrá aplicar sanciones financieras, restricciones de movilidad y cooperación internacional para desmantelar sus redes de apoyo y cortar sus fuentes de financiamiento.
La medida llega en un momento de alta tensión en Colombia, donde el ELN ha respondido con paros armados y atentados a lo que considera “intromisiones imperialistas” de Estados Unidos. Analistas advierten que la nueva clasificación del Clan del Golfo podría intensificar la violencia en las regiones donde estos grupos ejercen control, generando represalias y más bloqueos en las vías.
Lo que sigue ahora es un escenario de mayor confrontación: mientras Estados Unidos promete usar “todas las herramientas a su disposición” para desmantelar al Clan del Golfo, en Colombia se teme que las guerrillas y estructuras criminales respondan con más acciones armadas. La población civil, atrapada entre sanciones internacionales y retaliaciones locales, enfrenta la incertidumbre de si esta designación traerá más seguridad o, por el contrario, más violencia en el corto plazo.
