El paro armado decretado por la guerrilla del ELN en el Chocó ha dejado escenas de dolor y desesperación. Transportadores lloran al ver cómo sus vehículos son incinerados en plena vía, mientras la población queda atrapada sin poder movilizarse. En uno de los hechos más dramáticos, un conductor grabó entre lágrimas el momento en que su camión ardía en llamas, clamando impotente: “¡Ay mi viejita!”.
Los ataques han afectado tanto a buses como a camiones de carga, generando pérdidas millonarias y un ambiente de terror en las carreteras. La quema de vehículos no solo golpea la economía regional, sino que también paraliza la movilidad de cientos de familias que dependen del transporte para sobrevivir.
En medio de la crisis, la política de “Paz Total” del Gobierno enfrenta duras críticas. Los transportadores y habitantes denuncian que las autoridades permanecen “con las manos cruzadas”, incapaces de frenar la violencia que se extiende por las vías del departamento. La sensación de abandono se mezcla con la indignación de quienes ven cómo su sustento se consume en el fuego.
La confrontación entre el discurso oficial y la realidad en las carreteras del Chocó abre un debate sobre la efectividad de los acuerdos con grupos armados. Mientras el Gobierno insiste en el diálogo, los transportadores exigen garantías inmediatas de seguridad y justicia frente a los ataques que, aseguran, los han dejado a merced de la guerrilla.
