El pasado martes 21 de octubre, la Cámara de Representantes aceptó por unanimidad la renuncia de Andrés Calle, del Partido Liberal, quien lleva cinco meses detenido por el escándalo de corrupción en la UNGRD. Calle, que llegó a ser presidente de la corporación, está señalado de haber recibido mil millones de pesos para apoyar la campaña de su hermano a la gobernación. En su carta, aseguró que enfrentará el proceso judicial sin buscar cambiar de juez, y que su decisión es definitiva.
La renuncia no solo marca el cierre de su paso por el Congreso, sino que activa la figura de la silla vacía, lo que significa que su curul no podrá ser reemplazada. Esto se debe a que los delitos que se le atribuyen están ligados directamente a su rol como congresista. Desde el escándalo de la parapolítica, la Corte Suprema dejó claro que, aunque un congresista renuncie, sigue siendo competencia del alto tribunal si los hechos están relacionados con su labor legislativa.
Calle, quien fue uno de los más votados de su partido, se despide del Congreso en medio de uno de los casos más sonados del año. Aunque insiste en su inocencia, el proceso sigue en manos de la Corte Suprema.