El obispo peruano Ciro Quispe López presentó su renuncia como líder de la Prelatura de Juli, en el altiplano de Puno, tras ser acusado de mantener relaciones con al menos 17 mujeres, entre ellas una monja, una abogada y varias empresarias. La dimisión fue aceptada por el Papa León XIV el 24 de septiembre, luego de que el Vaticano iniciara una investigación por conductas s3xuales inapropiadas y presunta malversación de fondos.
El escándalo salió a la luz cuando una de las amantes descubrió las múltiples relaciones del obispo y filtró audios, fotos y videos íntimos que circularon en redes sociales. Según la periodista Paola Ugaz, quien accedió a documentos de la investigación, las mujeres involucradas vivieron episodios de celos, enfrentamientos y miedo, revelando un patrón de abuso de poder por parte del religioso. Una empleada doméstica también denunció haber encontrado pruebas físicas de encuentros s3xuales en la residencia del obispo, incluyendo preservativos usados y manchas en las sábanas.
Además de las acusaciones por violar el celibato, Quispe López enfrenta cargos por desviar recursos de la Iglesia hacia negocios personales. Se le señala por trasladar mobiliario eclesiástico a una pollería de su propiedad y por adjudicar contratos a mujeres con las que mantenía vínculos íntimos. En uno de los casos más graves, se le exigió devolver cerca de 100.000 soles de un programa de las Naciones Unidas que nunca llegó a sus beneficiarios.
Aunque el obispo niega los señalamientos y asegura ser víctima de una campaña de difamación, la Santa Sede ha mantenido activa la investigación a través del visitador apostólico Marco Cortez Lara. El caso ha generado un fuerte impacto en la comunidad aimara de Juli, donde los fieles exigen transparencia y justicia. Este episodio se suma a una serie de escándalos que han sacudido a la Iglesia católica en América Latina, poniendo en evidencia la necesidad de reformas profundas en sus estructuras de control y rendición de cuentas.