América Latina vive un reordenamiento político rumbo a 2026 marcado por la alternancia y el avance de gobiernos de centro-derecha. Tras más de una década de predominio progresista, los resultados electorales recientes y las transiciones presidenciales ya definidas muestran un cambio de rumbo en varios países de la región, impulsado por el desgaste de los proyectos de izquierda y las demandas ciudadanas en torno a economía, seguridad y gobernabilidad.
Uno de los giros más significativos ocurrió en Bolivia, donde en noviembre de 2025 Rodrigo Paz Pereira asumió la presidencia, poniendo fin a más de veinte años de hegemonía del Movimiento al Socialismo. En Chile, las elecciones de diciembre de 2025 dieron la victoria a José Antonio Kast, líder del Partido Republicano, quien asumirá en marzo de 2026. Honduras también se encamina hacia un cambio político tras los comicios de noviembre de 2025 que dejaron fuera al oficialismo de Xiomara Castro.
La tendencia se refuerza en países como Argentina, Paraguay, Ecuador, Perú, El Salvador, Panamá, Costa Rica y República Dominicana, que ya cuentan con administraciones alineadas a la centro-derecha. Sus agendas se centran en seguridad, control del gasto público, atracción de inversión y reformas institucionales, en respuesta a un electorado cada vez más exigente. Mientras tanto, Brasil, México, Colombia y Uruguay mantienen gobiernos de izquierda o centro-izquierda, aunque enfrentan crecientes presiones internas.
De cara a 2026, el mapa político latinoamericano refleja el fin de una etapa y el inicio de otra, caracterizada por la fragmentación y la alternancia. El voto ciudadano, más influido por factores como inflación, empleo e inseguridad que por ideologías homogéneas, ha consolidado un escenario dinámico donde la estabilidad y la gestión serán claves para sostener o revertir este giro regional.
