En medio de la gala del sorteo del Mundial 2026, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sorprendió con un gesto inesperado hacia Colombia. En entrevista, habló de fútbol, de visas y, sin previo aviso, lanzó un saludo directo: “I love Colombia”. La frase, breve pero cargada de simbolismo, llegó justo cuando las relaciones diplomáticas entre Washington y Bogotá atraviesan un momento de tensión.
El mensaje se produce tras semanas de frialdad política entre Trump y el presidente Gustavo Petro, marcada por diferencias en temas de migración, seguridad regional y declaraciones cruzadas que han elevado el tono entre ambos gobiernos. En ese contexto, el “I love Colombia” fue interpretado por algunos como un intento de suavizar el ambiente, mientras otros lo ven como un gesto meramente protocolario en el marco de un evento deportivo global.
La reacción en Colombia no se hizo esperar: mientras sectores políticos celebraron el guiño como una oportunidad para recomponer el diálogo, críticos señalaron que se trata de un gesto superficial que no cambia las tensiones de fondo. En todo caso, el comentario de Trump se convirtió en debate, mostrando cómo incluso una frase aparentemente inocente puede tener un fuerte impacto en el tablero diplomático y mediático.
