La entrada en vigor del alto el fuego entre Israel y Hamás ha marcado un punto de inflexión en la Franja de Gaza, donde miles de palestinos desplazados comenzaron a regresar al norte del territorio con la esperanza de reencontrarse con sus hogares, aunque muchos de ellos estén reducidos a escombros.
El pacto permitirá el retorno de 48 rehenes israelíes, 20 de ellos con vida, a cambio de la excarcelación de cerca de 2.000 prisioneros palestinos. Mientras tanto, el ejército israelí anunció una reorganización de sus tropas en zonas devastadas, aunque advirtió que algunas áreas siguen siendo peligrosas para la población civil.
En medio de la destrucción, el sentimiento de esperanza se impone. “Volvemos a casa a pesar del dolor”, expresó un ciudadano que regresaba a Khan Younis. Las imágenes muestran largas filas de peatones avanzando por la carretera al-Rachid, símbolo del retorno a una tierra marcada por la guerra pero aún cargada de significado para quienes la habitan.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, expresó su deseo de que el lunes se convierta en un “día de alegría nacional” con el regreso de los rehenes. Mientras tanto, la comunidad internacional observa con cautela este nuevo capítulo, que podría abrir una ventana hacia la reconstrucción y la reconciliación en una región profundamente herida.