Durante tres años, María de Jesús Mundo, de 79 años, ocupó la misma banca en la Central de Autobuses de Puebla (CAPU), convencida de que sus hijos, Víctor Manuel, Marina Guadalupe y Alma, regresarían por ella. Cada día repetía la misma frase: “Estoy esperando a mis hijos”. La terminal se convirtió en su refugio, su hogar improvisado y su altar de esperanza. La comunidad la conocía como Doña Mary, y aunque le ofrecían ayuda, ella se aferraba a la idea de que su familia volvería.
La historia de Doña Mary se viralizó en redes sociales en 2024, cuando un ciudadano compartió un video que mostraba su rutina solitaria. A partir de entonces, recibió comida, cobijas y palabras de afecto por parte de los transeúntes. El Sistema Estatal DIF incluso lanzó una campaña para localizar a sus familiares, pero nunca hubo respuesta. Según medios locales, había sido desalojada de su vivienda en Tehuacán por falta de pago, lo que la llevó a instalarse en la terminal.
El pasado 24 de julio de 2025, Doña Mary fue hallada sin vida en la misma banca donde había esperado durante años. Su muerte dejó un vacío físico en la terminal, pero también una profunda lección sobre el abandono, la vejez y la indiferencia. La historia de esta mujer se convirtió en símbolo de una realidad que viven miles de adultos mayores en México: el olvido familiar y la precariedad institucional.