La creciente presión internacional contra Nicolás Maduro ha abierto un debate sobre los efectos que una eventual caída del mandatario venezolano podría tener en Colombia, donde la cercanía del presidente Gustavo Petro con Caracas es cada vez más cuestionada.
La situación se agudizó luego de que Petro ordenara al ministro de Defensa, Pedro Sánchez, articular las Fuerzas Militares colombianas con las venezolanas, incluso en materia de intercambio de información de inteligencia. La instrucción, dada en el consejo de ministros del 29 de septiembre, generó de inmediato alertas entre analistas y exoficiales, que consideran la decisión como un riesgo para la seguridad nacional y una violación a la Ley de Inteligencia.
El coronel en retiro Carlos Soler advirtió que compartir información estratégica con un régimen señalado de proteger a disidencias de las Farc y al ELN podría significar un quiebre con aliados históricos de Colombia como Estados Unidos, Israel y Reino Unido. “Estamos revelando nuestra defensa a un actor que no es confiable y que está permeado por el narcotráfico”, dijo.
En paralelo, la comunidad internacional intensifica su ofensiva contra Caracas. El gobierno de Donald Trump, en su segundo mandato, reactivó su política de presión máxima sobre Maduro, ofreciendo nuevas recompensas por información que facilite su captura y desplegando operaciones antidrogas en la región. Estos movimientos elevan la tensión en el Caribe y ponen bajo la lupa a gobiernos cercanos al chavismo, como el de Petro.