En pleno corazón de Manrique, Medellín, se vivió un sepelio que indignó a todo el país: Jefferson Alexis Cano, alias “Chom”, fue despedido con globos blancos, música, pólvora y hasta su moto favorita, como si se tratara de una celebridad. Todo esto, pese a que murió tras ser herido en un intento de robo.
El delincuente, conocido por su historial criminal, fue abatido durante un enfrentamiento con la Policía cuando intentaba robar una moto de alta gama. Aunque fue trasladado a una clínica, falleció tras siete días de agonía.
El entierro fue aprovechado por las autoridades para identificar a otros delincuentes que asistieron al evento. Gracias a cámaras de reconocimiento de placas, se inmovilizaron ocho motocicletas vinculadas a robos recientes, y se individualizó a varios asistentes con antecedentes.
La escena generó repudio en redes sociales, donde muchos cuestionaron la normalización del crimen y la cultura de idolatrar a quienes viven del delito.
