Marcela Iglesias, la argentina que vive en Hollywood y suele dar de qué hablar por sus extravagancias, sorprendió al revelar que se somete a transfusiones con sangre de su propio hijo como parte de un tratamiento que ella llama “plasma joven”. Según explicó, esta práctica forma parte de su rutina de biohacking para frenar el paso del tiempo y mantener una apariencia más juvenil.
La polémica se encendió porque Iglesias, reconocida por sus múltiples cirugías y su obsesión con la “juventud eterna”, aseguró que estas transfusiones le ayudan a regenerar células y sentirse más vital. Las declaraciones circularon en redes sociales durante los últimos días, generando un intenso debate sobre hasta dónde puede llegar alguien en la búsqueda de la belleza y la eterna juventud.
Mientras algunos seguidores la aplauden por atreverse a experimentar con métodos poco convencionales, médicos y usuarios en plataformas digitales cuestionan la ética y los riesgos de este tipo de procedimientos. La discusión no solo gira en torno a la salud, sino también al mensaje que transmite: ¿vale todo en nombre de la estética? Iglesias, fiel a su estilo, parece convencida de que sí, y por eso sigue marcando tendencia con cada confesión pública.
