En medio de una época donde las pantallas parecen ganar terreno sobre las tradiciones, un pequeño de apenas dos años se convirtió en símbolo de resistencia cultural. Con sus abarcas tres puntas, sombrero vueltiao y maracas en mano, este bebé fue captado siguiendo el ritmo de la tambora como si lo llevara en la sangre. La escena, que se ha viralizado en redes, ha despertado una ola de emoción y orgullo por las raíces musicales del Caribe colombiano.
“Ese pelao se ve que desde la barriga lo pusieron al lado de la tambora”, comentan usuarios, celebrando que aún hay familias que cultivan el amor por el arte ancestral. Más que una imagen tierna, lo que transmite este niño es una lección: las tradiciones no mueren si se heredan con alegría, ritmo y sentido de pertenencia. En tiempos de globalización, este gesto infantil se convierte en un acto de resistencia cultural que merece ser contado, compartido y celebrado.