La Casa Blanca volvió a encender el tablero geopolítico luego de que Donald Trump insinuara que estaría dispuesto a sentarse a conversar con Nicolás Maduro. El comentario cayó como una bomba, especialmente porque lo hizo mientras Estados Unidos despliega su mayor aparato militar en el Caribe.
Trump aseguró que “podría haber conversaciones” con el régimen venezolano, dejando claro que Caracas “quiere hablar”. Sin embargo, sus palabras llegan justo cuando el portaaviones Gerald R. Ford, el más grande del planeta, se posiciona en aguas cercanas a Latinoamérica. La movida genera dudas sobre si se trata de diplomacia o presión estratégica.
El arribo del coloso naval, con miles de marineros y decenas de aeronaves, marca uno de los despliegues más fuertes de EE. UU. en la región en años. La nave viene de operaciones en el Atlántico y Europa, y su presencia ahora en el Caribe levanta alarmas sobre las intenciones reales de Washington frente a Venezuela.
Mientras tanto, el clima entre ambos países se sigue calentando. Los comandantes estadounidenses ya confirmaron que el buque está listo para actuar contra redes criminales, pero el contexto apunta a un mensaje más amplio.
