En la reciente Asamblea de las Naciones Unidas, el presidente Gustavo Petro se robó el show, pero no precisamente para hablar de Colombia. Según el analista Andrés Hoyos, el discurso de Petro se enfocó en casi todo el mundo, menos en su propio país. El mandatario se la pasó criticando a Donald Trump y defendiendo a Venezuela, lo que provocó que la delegación de Estados Unidos se levantara y se fuera, dejando claro que las relaciones diplomáticas quedaron bastante tensas.
La intervención del presidente colombiano ha sido calificada como «errática y provocadora». Petro pidió que se abriera un proceso penal contra Trump por los ataques con misiles en el Caribe, asegurando que las víctimas no eran narcos, sino jóvenes pobres que buscaban una oportunidad. También defendió a Venezuela de las «mafias», diciendo que estas son anteriores a Nicolás Maduro. El presidente, según el análisis de Hoyos, se dedicó a atacar a su homólogo estadounidense, señalando que la política antidrogas de EE. UU. no busca acabar con el narcotráfico, sino dominar a los pueblos de América Latina.
Lo más preocupante de todo es que, mientras hablaba de temas internacionales, el presidente no tocó los problemas que hoy tiene Colombia: el aumento de la violencia, los cultivos ilícitos y la corrupción. El discurso, que ha sido tildado de «rey de las analogías y los eufemismos», dejó en evidencia que, para algunos, el presidente está más preocupado por lo que pasa afuera que por lo que sucede en casa.