Durante más de diez horas, el municipio de Buenos Aires, Cauca, vivió un ataque armado de las disidencias de alias “Iván Mordisco” que dejó policías heridos, viviendas destruidas y a la población civil bajo el fuego cruzado. Los refuerzos militares tardaron más de cinco horas en llegar, lo que aumentó la zozobra y el riesgo para los habitantes.
En medio de este panorama, el presidente Gustavo Petro convocó un Consejo de Seguridad en la Casa de Nariño, pero su respuesta ha sido cuestionada por la falta de acciones concretas en el territorio. Mientras las víctimas del atentado hacen un llamado desesperado al mandatario para que atienda la crisis, la percepción general es que Petro guarda silencio frente a esta guerra interna, al tiempo que se muestra activo enviando ayudas y pronunciamientos sobre conflictos en otros países.
La crítica más fuerte apunta a que, mientras el Gobierno se pronuncia sobre escenarios internacionales, en el Cauca la población quedó expuesta durante horas sin respaldo inmediato. La Casa de Justicia, el Banco Agrario y al menos diez viviendas fueron destruidas, y la Defensoría del Pueblo denunció que los grupos armados estarían forzando a familias a abandonar sus hogares bajo amenazas.
El contraste entre la atención que Petro brinda a crisis externas y la aparente indiferencia frente a la violencia en el Cauca ha encendido el debate político. Para muchos, el silencio presidencial frente a esta tragedia nacional es un campanazo que refleja la desconexión del Gobierno con las realidades más urgentes de Colombia.
