El presidente Gustavo Petro confirmó el envío de 22 toneladas de ayuda humanitaria a Jamaica y Cuba, naciones gravemente afectadas por el paso del huracán Melissa. La asistencia, coordinada por la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) y la Cancillería, incluye kits con alimentos, sábanas, toldillos y artículos de aseo personal. El mandatario destacó este gesto como una muestra de solidaridad con los pueblos del Caribe, en medio de una emergencia climática que ha dejado miles de damnificados y pérdidas materiales significativas.
Sin embargo, el anuncio ha generado fuertes críticas en Colombia, especialmente por parte de ciudadanos y líderes sociales que cuestionan la falta de atención a las crisis internas, como la que enfrenta el departamento de La Guajira. Esta región, históricamente golpeada por el abandono estatal, la desnutrición infantil y la escasez de agua potable, sigue esperando soluciones estructurales. Para muchos, resulta contradictorio que el gobierno actúe con rapidez ante desastres internacionales mientras miles de niños guajiros mueren por causas prevenibles.
Aunque el gobierno ha anunciado planes para mejorar las condiciones en La Guajira, los avances han sido lentos y poco visibles. La comparación entre la eficiencia del envío internacional y la negligencia local ha encendido el debate sobre las prioridades del Estado colombiano. Mientras el presidente Petro busca posicionarse como líder regional en temas humanitarios, la realidad de miles de niños en La Guajira exige acciones urgentes, no discursos ni promesas.