El presidente venezolano Nicolás Maduro volvió a encender las alarmas internacionales al cancelar, minutos antes, una entrevista que tenía pactada con el programa estadounidense 60 Minutos de la cadena CBS. Tras meses de negociaciones, el equipo de prensa estadounidense había viajado hasta Caracas, pero la orden de suspender todo vino directamente del ministro de Defensa, quien advirtió que “ya no era seguro”.
La cadena confirmó que la reunión iba a desarrollarse en un hotel de lujo de la capital venezolana, con todos los permisos y medidas acordadas por el propio régimen. Sin embargo, en un giro inesperado, el encuentro fue abortado a segundos de comenzar, dejando al equipo periodístico atónito y al gobierno chavista nuevamente bajo sospecha por su hermetismo con la prensa internacional.
Maduro, lejos de mantener perfil bajo, apareció dos días después en un acto público rodeado de seguidores, mientras los periodistas extranjeros seguían buscando respuestas. Esta decisión se da en medio de tensiones crecientes entre Caracas y Washington.
Analistas consideran que la abrupta cancelación fue más que un tema de “seguridad”: se trataría de una estrategia para evitar preguntas incómodas sobre el conflicto con EE. UU. y las sanciones que ahogan al país.