El exembajador y político Armando Benedetti encendió la polémica en redes sociales al denunciar que ni él, ni su esposa ni sus hijos tienen acceso a la medicina prepagada en Colombia. Según relató, Sura le canceló la póliza que mantenía por años y Colsanitas también le habría negado la afiliación. Benedetti calificó la situación como un acto de discriminación hacia sus hijos menores de edad y anunció que interpondrá tutelas y quejas ante la Superintendencia de Salud.
La denuncia no pasó desapercibida: mientras Benedetti reclama por la imposibilidad de acceder a planes privados de salud, miles de colombianos enfrentan a diario un drama mucho más crudo. En el sistema público, conseguir una cita médica puede tardar meses y acceder a medicamentos básicos es una odisea que pone en riesgo la vida de pacientes con enfermedades graves.
El contraste es evidente y genera debate: ¿es justo que un político con poder y visibilidad se queje por no tener medicina prepagada, cuando la mayoría de ciudadanos lucha por servicios esenciales? La discusión se conecta directamente con la Reforma a la Salud, tema en el que Benedetti ha tenido posiciones críticas, lo que alimenta suspicacias sobre si su exclusión de las aseguradoras responde a represalias políticas.
El caso abre un debate de opinión pública: mientras las aseguradoras privadas deciden quién entra y quién no, el sistema de salud colombiano sigue mostrando sus grietas más profundas. La queja de Benedetti, más allá de lo personal, expone la desigualdad de un modelo donde unos pelean por pólizas exclusivas y otros por la simple posibilidad de ser atendidos.
