Durante un concierto en Ciénaga de Oro, el cantante de música vallenata, Silvestre Dangond, protagonizó un divertido momento al detener a su amigo y acordeonero Rolando Ochoa. En tono jocoso, Silvestre pidió a Rolando que dejara de tocar el acordeón porque le estaba robando el show, y que él debía seguir cantando.
“Ya, ya, ya tú crees que yo no tengo que seguir cantando”, le dijo Silvestre. Después, pidió un fuerte aplauso para el acordeonero.
El episodio, lleno de risas y bromas, destacó la gran amistad entre ambos músicos. Los asistentes disfrutaron del espectáculo, aplaudiendo el sentido del humor de Silvestre.
La química entre Silvestre y Rolando es uno de los elementos que hacen sus presentaciones tan queridas por el público.